Hubo un asesinato, en una calle
larga donde se halló un cadáver en el suelo, con una herida de bala. Justo
detrás se hallaba una adolescente, mi hija, con una pistola en la mano.
La llevaron a la cárcel y no nos
enteramos mi mujer ni yo de que nuestra
hija estaba encerrada. Estuvimos llamándola horas y horas.
-
¡Ay, que nos han raptado a la niña!- decía mi
mujer-
Cuando hicimos una de nuestras
llamadas un hombre cogió el teléfono, y dijo:
-¿Sí?
-¿¡Malparido, donde está mi
hija!?-al oír la voz de aquel hombre me asusté, porque pensé que le habían
hecho algo.
-¿Quién es usted?
-¿¡Porqué tienes el móvil de mi
hija!? Como le hayas hecho algo te juro que…
-Oiga yo soy policía, y en una
ronda hemos hallado un cadáver con un balazo en el pecho, y su hija estaba con
una pistola junto al cadáver.
-De acuerdo, voy hacia allá.
-¿Qué han dicho?-preguntó mi
mujer en ver que había colgado el teléfono-
-Nuestra hija ha matado a un
adolescente.
Mi mujer se quedó paralizada, la
agarré de la mano y le dije:
-Vamos, nos esperan en comisaría.
Los dos fuimos lo más rápido
posible , nos daban igual los semáforos.
Cuando llegamos habían delincuentes de todo tipo drogadictos, violadores,
atracadores,… de lo peor. Mi mujer y yo miramos por todas las celdas hasta que
la encontramos.
-Hija.-dijo aliviada-.
Yo fui a buscar a un policía.
-¿Hola, me podrían explicar
detalladamente por qué mi hija está en
una celda?
-Sí, su hija está en una celda
porqué ha matado a un adolescente.
-De acuerdo, pero ella tiene una
enfermedad que es cleptomanía y tiene
tendencia a robar pistolas, así que por accidente, puede haber matado al
adolescente.
-Puede ser,¿ pero no debería
estar su hija en un centro de cleptomanía?
-Sí,-le respondí- pero una
psicóloga nos dio el aviso de que no hacía falta llevarla a un centro de
cleptomanía.
-De acuerdo, pero no la vamos a
poder soltar hasta que un juez decida.
Cuando volví mi mujer me preguntó
qué me habían dicho, yo le dije que tendría que decidir un juez, pero que se
quedaría aquí durante un día. Mi mujer se echó a llorar.
Al día siguiente, al amanecer nos
llegó el aviso al móvil de que decía que esta tarde a las seis de la tarde
teníamos el juicio. Fui corriendo a decírselo a mi mujer, ella se ilusionó de poder
volver a ver a su hija. Durante todo el día estuvimos hablando del tema.
Cuando tocaron las cinco ya
estábamos listos. Llegamos, vimos a nuestra hija y le dimos un beso cada uno.
-Mamá, papá ¡Qué alegría de veros!.
-Hola, hija.-le respondió mi mujer-
-Hola.-le dije-
Entramos en la sala, el juez
estaba sentado en su sillón, comenzó el juicio y no asistieron personas, excepto nosotros y la policía.
-Buenos días señoras y señores.
Hoy estamos aquí para declarar culpable o no culpable a una cleptómana
obsesiva.
Mi mujer y yo estábamos
nerviosos.
-Se declara no culpable a la
cleptómana obsesiva, pero tendrá que ir a un centro de cleptomanía y los padres
podrán visitarla siempre que quieran. Se levanta la sesión.
Mi mujer se echó a llorar porque
para ella, que su hija estuviera en un centro de cleptomanía era como si
estuviera en la cárcel.
La historia fue muy misteriosa e intrigante. Tuviste un fallo, pusiste que la madre iba a ver a la hija a la cárcel, y luego pusiste que la madre estaba en casa. En todo caso, me gustó la historia.
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