Kate Azaratti, 2º B
Barcelona, 1970.
Hace exactamente 43 años de esta historia, la
historia de una pareja de jóvenes llamados David y Ana. Una pareja como
cualquier otra, feliz y enamorados como
el primer día.
Ellos eran de Estados Unidos, al parecer tenían
dos meses de vacaciones y eligieron ir a Barcelona. ¿La razón? Les gustaría
conocer la Sagrada Familia y algunos otros lugares extraordinarios.
Llegaron a Barcelona el 11 de Marzo. Al día siguiente
dieron un paseo por la Rambla, quedaron estupefactos con la cantidad de gente
que hay, y con las estatuas. Por la noche fueron a cenar a un restaurante
llamado ‘’ Babilonia’’ al lado de la sagrada familia. Se quedaron muy
satisfechos con el servicio de aquel lugar. Regresaron al hotel a eso de las
3:00 AM.
Eran las 12:00 AM . Cuando David se levantó,
vio que su mujer no estaba, pero pensó que estaría en el comedor del hotel desayunando
y no se alertó, pasaron las horas, minutos, segundos… y ella no llegaba, cayó
la noche y el se fue a dormir con la esperanza de que su mujer llegara durante
la madrugada.
Al día siguiente, para mayor sorpresa, Ana aún
no había llegado, y ahora sí que empezó
a preocuparse, la llamó a su teléfono, pero no contestaba, le enviaba mensajes,
tampoco respondía, así que salió a buscarla. David se recorrió toda Barcelona
en taxi y mientras miraba por la ventanilla si la veía, el taxista, al notarlo
nervioso, le preguntó qué le pasaba:
-Oiga ¿Está usted bien?- preguntó el taxista
-No, buen hombre, la verdad es que no, mi mujer lleva un día desaparecida.
- ¿Un día desaparecida?- preguntó el taxista,
con cara de preocupado.
-Sí, un día.- dijo él
-Yo sé dónde podría encontrarla- le dijo el
taxista.
-Lléveme hacia ella, por favor- le suplicó él.
De repente el taxista cambia de rumbo, conduce
por unos callejones y llegan a un gran castillo a las afueras de Barcelona.
- ¿Dónde estamos?- preguntó David
- Este es el castillo donde se encuentra tu
mujer.- respondió el taxista
- ¿Está usted seguro?- dijo el
-Totalmente, sígame- le ordenó el taxista
El castillo no era temeroso ni mucho menos, estaba
bien cuidado, tenía su jardín muy bonito, la entrada espectacular.
David entra y enseguida empieza a chillar, ¡¡¡ANA!!
ANA!! ¿DÓNDE ESTAS?!!
Desde lejos se escucha una voz, dulce, calmada,
sin miedo:
-
¡Estoy aquí! Tranquilo estoy bien.
-Lo prometo- respondió Ana.
David le dio las gracias al taxista, cogió a Ana
en brazos, porque Ana no tenía fuerzas ni para caminar, algo que David no entendía
por qué, pero se quería ir de ahí, cogieron
el taxi, y se fueron. Pero la que conducía era Ana, iban súper rápido. Cuando
pasaron por una carretera repleta de curvas, David se empezó a asustar mucho,
le decía a Ana que frenara que fuera más despacio, pero ella no lo escuchaba.
Llegó hasta tal punto que en una de las curvas ella perdió el control y cayeron
cuesta abajo. Murieron.
Desde entonces se cuenta que los que pasen por
ese castillo actualmente llamado Monjuic, serán atrapados por los espíritus de
aquellos dos jóvenes estadounidenses.
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